25.3.08

Evadí retocar y escribir lo siguiente pero omitirlo es injusto de mi parte.

Donde quiera que voy; veo-leo desplegados estudiantiles, versiones de lo que se llama “el círculo rojo” (aquellos que no se consideran propiamente opinión pública) y notas de “medios de comunicación” respecto a mis compañeros (porque lo son de Facultad y de formación académica) y de sus inadmisibles asesinatos a manos del ejército colombiano.

Generalmente, los discursos y opiniones oscilan entre su anulación académica, la difamación y adjetivos totalmente falsos e indecorosos.

Hasta donde comprendo, viajaron a dos congresos y simultáneamente en su trayecto pretendían realizar prácticas de campo como entrevistas a dirigentes y a protagonistas de las FARC con fines exclusivamente académicos: tesis y líneas de investigación.

Tenían un día en el campamento donde les masacraron con la Operación Fénix.

Me enerva explicar a ojos y sentidos ajenos lo que fueron y son mis compañeros. No hallo coherente “justificar” a sus personas porque es ofensivo, más, ante aquella incapacidad mental que traslapa su trabajo académico con una directa vinculación al grupo armado; eso es otra historia.

Nadie debe morir así.

No es justo ni correcto.

Ayer sobre el periódico, vi la fotografía de Natalia Velázquez a quien conocí y traté durante poco más de año y medio; en ese lapso, le advertí como una alumna y compañera comprometida con su carrera y con cada acto de vida.

Era coherente consigo y con sus circunstancias.

Siempre muy alegre, siempre trabajando y muy compartida con todo; invariablemente ayudando sin pedir algo a cambio; alfabetizaba, recolectaba ropa, útiles escolares, medicamentos y lo necesario para comunidades marginadas.

Me cuesta mucho comprender lo que pasó.

Es aceptable la inmediata respuesta y reacción del Rector de la Universidad pero todavía no asimilo ni justificaré un mediocre epílogo como aquel apretón de manos entre Ecuador y Colombia.

Me avergüenza la indiferencia y la desidia de la supuesta presidencia mexicana.

Tanto protocolo y desgastado discurso de organizaciones civiles e internacionales como estas líneas, se pierden.

Me sugirieron remarcadamente omitir este "post" y rezar por su descanso.

Hice lo segundo pero todavía le recuerdo con vida...

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