“Dame la castidad, la continencia, pero no me las des de golpe.”
[San Agustín, Confesiones, L. VIII, 17.]
“Con tu esposa o con otra, te acomodas por detrás, a la manera de los perros?
Si lo has hecho, harás penitencia 10 días a pan y a agua.”
“Te unes a tu esposa en tiempo de sus reglas?
Si lo has hecho, harás penitencia 20 días a pan y a agua.”
[Sobre el abuso del matrimonio, Burchard de Worms, s. XI.]
A partir de la tradición novotestamentaria, la patrística definió vocabularios y marcos éticos para regular conductas y posiciones sexuales “ortodoxas” clasificando con Tratados, las correspondencias, derechos y obligaciones sobre lo implícito a la carne.
Con la tradición paulina, se definió “la Fornicación” y su ilegitimidad dentro y fuera del matrimonio [Corintios I: 19-20 -descripción de la concupiscencia y de la lujuria]; el Levítico [15 -18] enumeró todas aquellas prácticas "desviadas" (las seminales, la impureza de la desnudez y la menstruación, el incesto, la homosexualidad, la sodomía y las reglas para el coito femenino) y los evangelios de Mateo, Marcos [10: 2 -12] y Lucas [16:18] condenaron el adulterio.
Sin embargo, en el contexto escriturístico no hay mención del momento en el que el pecado original (anímico-espiritual, es decir, la desobediencia a Dios por la inquietud de conocimiento) se asimila-equipara al de la carne.
¿En qué momento devino la carne habitáculo del pecado?
Según san Pablo, la continencia y la castidad responden más al respeto del cuerpo; por el contrario, en el Evangelio según san Juan 1:14 y 6:51-54, el proceder de la carne, es anímico y por ende, condenatorio pues es “el tabernáculo del Espíritu Santo”; trata ya al Verbo encarnado e interpreta la Última Cena, como la carne crística, “el dolor de la vida eterna”.
Durante el siglo IV, la Iglesia afianzó el concepto carne-fornicación (sexualización del pecado original) y condena la concupiscencia. Las correspondencias entre peccamen y naturaleza (humana) fueron explicados con la caro; es decir, “la humanidad” del Cristo encarnado, concertando la impotencia y corruptibilidad humanos.
Algo muy distinto, fue la exégesis patrística y la imposición de conductas monacales al laicado… por ejemplo, las “Penitenciales” (listas de conceptos, prohibiciones, sanciones y penitencias dentro del matrimonio.)
Hilos que no ato o de Doctores, Epítetos y Epítomes:
“Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos que fueron hechos tales por los hombres, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda.”
[Evangelio según san Mateo: 19:12]
Retomando a Mateo, Orígenes interpretó y enarboló a la castración como sinónimo de íntegra pureza.
s. III:
A partir de los Tratados sobre la virginidad (los de Tertuliano y san Cipriano) se definió el Método de Olimpo, empleado para adquirir el máximo grado de perfección y pureza humanas a través de la soledad destinado a doncellas “con reclusión voluntaria”, hombres continentes y cenobitas para la victoria sobre el cuerpo (anulación de las necesidades físicas básicas).
Pero… antes, mucho antes, “la fuga al desierto buscaba la pureza antes que la soledad, era seguida de prácticas homosexuales con jóvenes varones que siguieron a un “padre” o a un maestro al desierto."*
Hasta qué punto el discurso del tractātus cristiano reviste a la paideia griega?
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“…las vírgenes producen 100 semillas, las viudas ‘continentes’ 60, las casadas (conjugati) 30”
[San Ambrosio, Sobre las Viudas.]
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s. V:
Con la gastrimargia (superabundancia / exceso alimenticios, sexuales, etc.) se definen los pecados “capitales” y se distinguen "puros" de crápulas.
s. VI:
“El amor da lepra” [Extracto de un sermón de Cesáreo de Arlès]:
“…los esposos incontinentes tendrán hijos leprosos o epilépticos, quizá demoníacos… Abreviando, todos aquellos que son leprosos nacen en general, no de hombres salvajes que conservan su castidad en los días contrarios y de las festividades, acaso sobre todo de rústicos que no se saben contener.”
Adúltero, según san Jerónimo [Adversus Jovinianum] es el “amoroso muy ardiente con su mujer”.
s. XI:
Calendarĭum contra natura (Burcardo de Worms y la Fornicación)
Días “a pan y agua”:
“Si fue “El día del Señor”, 4.
Si fue después del embarazo, 10.
Si fue en Cuaresma y “si lo hiciste sobrio” 20 o dar 26 días de limosna, conservando 'la castidad otros 20 días antes de la Natividad y todos los domingos, y durante los ayunos fijos por la Ley, la natividad de los apóstoles y durante las fiestas principales.'
Si fue en un lugar público, 40.
Fornicarás 91 o 93 veces por año, sin contar los períodos de impureza de la mujer” (menstruación, obesidad, período post partum.)
* Le Goff Jacques, « Le refus du plaisir » Un autre môyen âge, Paris, Quarto Gallimard, 1999 : p. 572.
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