4.7.07

Francisco de Goya y Lucientes - Una procesión de flagelantes

La processĭo

A partir de la sesión VIII (1500) del Concilio Tridentino, se establecieron especificaciones para “adorar con culto de latría, público y externo” ciertos sacramentos para ser “honrados con una fiesta particular y llevado en procesiones públicas para recibir las adoraciones de los fieles según lo dispone la santa Iglesia”.*

La cristiandad que precedió a esta formalización litúrgica y su extensión con formas religiosas, adquirió supremacía simbólica en la España del siglo XIV, en un inicio con la primera cruzada contra los moros y después con Trento. Sin embargo, se estima que la íntegra configuración del cuerpo procesional se fraguó durante los siglos XV y XVI europeos.

Como costumbre, al ritmo procesional fueron intercalados autos sacramentales y entremeses pero… otra fue la manifestación religiosa novohispana… que si bien, en apariencia mantuvo los preceptos; rompió el formalismo ortodoxo.

Hasta hoy, cada elemento que constituye la procesión tiene un significado y por ende, existe y se goza de jerarquía. Acá, según las Órdenes Reales, debía encabezarse por el poder espiritual (iniciando con el clero regular seguido de la Inquisición, luego caminaban todas las parroquias “con cruz alzada”, el Cabildo y las Archicofradías) y detrás suyo, el poder temporal (virrey y su Audiencia, después la Universidad para cerrar con los oficiales reales).

De manera comprensible pero irregular se incorporaron elementos ajenos a la procesión y a su halo devocional o piadoso; podría pensarse que algo ocurrió… como aquello que involucra al Carnaval y a su postrer Cuaresma [relación y simbolización del laxismo en las reglas, los sentidos y hábitos humanos o divinos para dar paso al ascetismo corporal y espiritual que purifica las consecuencias del exceso.]

En México, la solemnidad procesional se mantuvo pero su expresión fue muy distinta, aquí la procesión “se rompía” (iniciaba) con una primera “Marcha de los Gigantones”, luego danzas indígenas –empezando con la tarasca–, mulatas y españolas, continuaban “los gigantes” (que no son los mismo que gigantones), después desfilaban “los enanos y monstruos”** y al final, es decir, al inicio; el orden establecido.

Teológicamente, la processĭo es la consecuencia de la acción eterna con la que el Padre produce al Verbo, y estas dos personas (Padre e Hijo) “producen” al Espíritu Santo; su figuración (forma exterior) es litúrgica… obvio, por eso existen.

También soy conciente de que entre la doctrina y la creencia, es decir, entre la elaboración y la expresión de la fe, hay un lapsus que no fractura la intención pero se sale de toda coherencia religiosa.

No sé qué eran los gigantones, supongo que muñecos enormes o quizás personas, tampoco sé porqué de la “incorporación” de “los otros”, ni su finalidad en una fiesta litúrgica y a decir verdad, esto me viene como una imposibilidad-frustración porque me hace sentir "nula" ... (qué concepto, categoría, luego..."transculturación", "sincretismo", "aculturación"¿?)

* Enrique Denzinger, El Magisterio de la Iglesia. Manual de los símbolos, definiciones y declaraciones de la Iglesia en Materia de fe y costumbres… , Barcelona, Editorial Herder, 1997.

**Extinto AHCD [Archivo Histórico de la Ciudad de México], Caja Diversiones públicas (1638 – 1921) Vols. 855 – 859.

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